sábado, 4 de junio de 2016

"Genes que retrasan la vejez"

Existieron diversas culturas antiguas como los aztecas, mayas, incas, en Egipto y en China donde otorgaban a los viejos un papel importante relacionado con aspectos mitológicos, divinos, proféticos, místicos, sujetos de sabiduría, sin embargo en la antigua Grecia la percepción de la vejez fue distinta, ya que se le denominaba como algo indeseable, episodio aberrante y doloroso para el ser humano. Fue hasta el siglo XX cuando los estudios sobre la vejez tomaron un mayor interés para la ciencia, con la psicología del desarrollo en el estudio del ciclo vital.


Sobre el envejecimiento existen prejuicios y dilemas médicos y éticos que plantean la posibilidad de manejar el envejecimiento y de retrasar la muerte. La mayoría de gerontólogos, no aceptan una duración máxima de la vida humana que exceda de los 115 años de edad porque no hay marcadores fiables para determinar la edad cronológica de los humanos. Hay investigadores que se han interesado en estudiar cómo y porqué declina el sistema inmunitario en la vejez, causa que con frecuencia facilite la infección y la muerte. 

Estudiosos han reconocido el escaso valor que se ha dado a la genética en los asuntos humanos y han mostrado gran interés en entender el proceso del envejecimiento y han afirmado que la diversidad genética del hombre, está, más en relación que ningún otro factor, con sus manifestaciones del envejecimiento, la duración de la vida y la patología de la muerte. 


TEORÍA DE LA MUTACIÓN GENÉTICA Y DEL ERROR CATASTRÓFICO
Las teorías genéticas son de especial interés, pues relacionan al envejecimiento con la evolución. El enfoque genético afirma que el envejecimiento está determinado por la expresión de los genes en su interacción con el entorno. En la década de los cincuenta del Siglo XX, la genética comenzó a prevalecer en la manera de entender la causa del envejecimiento y la determinación de la longevidad.   Entonces se habló de las mutaciones o cambios que ocurren en los genes, los cuales pueden o no ser benéficos y de que son el motor que impulsa la evolución y la selección natural. Por ello se consideró a las mutaciones como un factor importante en los fenómenos del envejecimiento y la longevidad. Un concepto aceptado relativo al envejecimiento, es que se encuentra regulado por genes específicos y que el DNA sufre cambios continuos en respuesta a agentes exógenos y a procesos intrínsecos, pero se conserva la estabilidad gracias a la duplicidad de la cadena del DNA y a las enzimas reparadoras específicas. El mayor interés en este momento, está puesto en uno de los ácidos nucleicos: el ácido desoxirribonucleico o ADN, ya que en esta molécula se encuentra la información genética en forma codificada. Una de las principales virtudes del planteamiento del error es su universalidad y la expectativa es que sigan modificándose sus versiones para que sea capaz de explicar buena parte de los cambios relacionados con la edad, como el por qué el ritmo con que se envejece difiere según las especies.

 Por otro lado, Investigadores del Instituto Weizmann muestran que nuestros ritmos diarios se rigen por una sustancia que disminuye con la edad.
A medida que envejecemos, nuestros relojes biológicos tienden a relajarse. Un equipo de investigadores del Instituto Weizmann ha revelado un nuevo enlace interesante entre un grupo de metabolitos cuyos niveles decaen como nuestra edad celular y el funcionamiento de nuestros relojes circadianos - mecanismos codificados en nuestros genes que mantienen el tiempo de los ciclos de día y de noche. Los resultados, que aparecieron en “Cell Metabolism”, sugieren que la sustancia que se encuentra en muchos alimentos, posiblemente podría ayudar a mantener nuestros cronometradores internos al día.

Estaban siguiendo pistas en las que ciertos metabolitos llamados poliaminas podrían estar vinculados con el funcionamiento de los relojes circadianos. Recibimos poliaminas de los alimentos, pero nuestras células también las fabrican. Se sabe que estas sustancias son conocidas por regular una serie de procesos esenciales en la célula, incluyendo el crecimiento y la proliferación. Se encontró que los niveles de poliaminas se bajan a medida que envejecemos.
“Este descubrimiento demuestra la interrelación estrecha entre los relojes circadianos y el metabolismo”, expone Zwighaft. “Nuestros hallazgos actuales se basan en experimentos con ratones, pero creemos que podría funcionar en los seres humanos. Si es así, esta investigación tendrá amplias implicaciones clínicas”



"Envejecer no es inevitable, no esta programda en la vida de los organismos" afirma un famoso directo del Programa de Oncología Molecular del CNIO "¿Por qué vamos a aceptarlo si no aceptamos un virus o una infeccion"

Por qué envejecemos? Los científicos aún no tienen respuesta. Están en ello, han probado que una de las causas es la pérdida de telómeros, algo que ella explica comparándolo con la punta que protege el extremo de los cordones pero para las células. Cuanto más largos sean nuestros telómeros, más tiempo vivimos, pero a medida que envejecemos se van acortando. «Aumentando la cantidad de telomerasa en el organismo adulto, podemos alargar la vida y mantenerlo (en estudios con ratón) joven y sano durante más tiempo»


«Si lo alteramos genéticamente, lo podemos retrasar. Pero no se trata de alargar la vejez, sino la juventud: sería como llegar a los 80 años con la vitalidad y el aspecto de los 40», insiste la directora del CNIO, que acaba de publicar el libro Morir joven, a los 140 (Editorial Paidos, 2016)

«Lo que vivimos después de los 35 ya es de regalo desde el punto de vista de la evolución», afirma Óscar Fernández-Capetillo, investigador del CNIO. «No hay ningún gen diseñado para que envejezcamos. El ser humano está previsto que muera poco después de tener a sus crías. A medida que alargamos la vida, nuestro organismo se enfrenta a enfermedades para las que no hemos desarrollado nuestro sistema inmune.

Rocío Fernández-Ballesteros, catedrática emérita de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid menciona:
«Puedes decir ahora que vivir 80 años te parece suficiente, pero que te lo vuelvan a preguntar cuando tengas 79 y no dirás lo mismo», ironiza. «No querer morir es lo que nos hace humanos. Hace medio millón de años lo intentábamos escondiéndonos de los leones en una cueva y ahora con pastillas. ¿Se podrá extender la vida? Seguro. ¿Ad infinitum? No lo creo. Viviremos más y mejor, pero cuando resolvamos éstas, surgirán nuevas patologías».

















Las previsiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ponen los pies en la tierra. Sus estudios advierten de que el número de personas que sufren las enfermedades de la edad -infarto, cáncer y neurodegeneración- se duplicará en 20 años. A no ser que la medicina, claro, logre remediarlo.

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